El fútbol en la postguerra

B_rlRJhXAAMlZNZ

El 19 de abril de 1936 se disputaba la última jornada de una liga que coronaba al Athletic Club de Bilbao como mejor equipo de España y el descenso del Osasuna y del Atlético (por aquel entonces Athletic Club de Madrid). Llegaba el verano y los clubes se disponían a planificar una temporada que nunca se iniciaría tras el fallido Golpe de Estado militar y posterior Guerra Civil que pararía la Liga pero no el fútbol en España.

 

– LIGA MEDITERRÁNEA

 

Durante este lapso se crearon campeonatos de todo tipo por toda la geografía española pero ninguno reconocido por la Federación Nacional de Fútbol, creada en 1937 y con la finalidad de relanzar los campeonatos en suelo del bando nacional. Un ejemplo de esto fue la Liga Mediterránea, que contaba con equipos catalanes y valencianos.

 

Estaba formada por dos federaciones: la Federación Levantina (Athletic Club de Castellón, Gimnástico F.C., Levante F.C. y Valencia F.C.) y la Federación Catalana (F.C. Barcelona, C.D. Español, Gerona F.C. y Granollers S.C.). La primera edición se la llevaría el Barcelona sin que se pudiese disputar ninguna otra temporada puesto que en 1938 el bando sublevado aisló Cataluña del resto de la zona republicana.

 

Tras esta liga también se disputó la Copa de la España Libre o Trofeo Presidente de la República, la cual se llevó el Levante por 0-1 ante el Valencia. Pese a los recientes intentos para que se le reconozcan a estos trofeos validez oficial, la RFEF sigue sin otorgársela.

 

– LA SELECCIÓN DE EUSKADI

 

Mientras el general Franco, con el apoyo logístico de Hitler y Mussolini, bombardeaba a la República Española, el gobierno vasco hizo un llamamiento a los futbolistas de Euskadi para realizar una gira de partidos por Europa y la Unión Soviétca con el fin de conseguir recursos para los militares vascos. Este equipo formado por jugadores como Blasco, Egusquiza, Ahedo, Areso, Barcos, Luís Regueiro, Roberto, Muguerza, Cilaurren, Zubieta, Emilín, Gorostiza, Irarragorri, Lángara y Larrinaga y entrenado por Manuel López vivió noticias como el bombardeo de Gernika, pero siguieron con su misión.

 

Estando en la URSS recibieron la peor noticia de todas: Bilbao había caído. Los futbolistas no podían regresar a sus casas, por lo que siguieron disputando partidos por Europa hasta que decidieron hacer una gira por América. Allí jugaron en México, Cuba y Argentina, pero la escasez de fondos les obligó a parar. No obstante convencieron a la Federación Mexicana para participar en la Liga oficial bajo el nombre de Club Deportivo Euskadi, donde ganaron el campeonato de la temporada 1938/39, tras lo cual se disolvieron. Algunos jugadores decidieron volver a España con la guerra acabada mientras que otros se quedaron en el país azteca.

– LA ESPAÑA FRANQUISTA

 

Mientras que la España republicana sólo pudo jugar en el exterior en forma de las giras de la selección de Euskadi o del Barça, la España del bando sublevado quiso disputar algún encuentro pese a que nadie quería comprometerse por lo delicado del asunto. Sólo la Portugal del dictador aliado Oliveira Salazar aceptó jugar dos partidos ante una selección española que vistió de azul para la ocasión. La Roja menos roja de la historia se presentó ante el combinado luso con lo que buenamente pudo, saldando los dos encuentros (el primero en Lisboa y el segundo en Vigo) con dos lógicas derrotas.

 

Por otra parte se instauró la Copa del Generalísimo, a la que sí que le otrogó oficialidad la FEF. En aquella final el Sevilla se impuso al Racing de Ferrol en un torneo que apenas contaba con equipos de segunda fila, al que rechazaron participar clubes como el Real Madrid o el Barcelona.

 

– LAS BAJAS DE LA GUERRA

 

El fútbol sufrió la guerra al igual que toda la sociedad y hubo en ambos bandos. El presidente del Barcelona y también diputado de ERC, Josep Sunyol, fue fusilado por los falangistas y Monchín Triana, ídolo del fútbol madrileño y ex jugador de Real y Athletic de Madrid, corrió la misma suerte en Paracuellos por el bando contrario.

 

Otros muchos futbolistas optaron por el exilio, como los anteriormente mencionados jugadores de la selección de Euskadi. Quizás el caso más destacable sea el de Ricardo Zamora, auténtico ídolo español y toda una leyenda bajo palos. El guardameta escribía en un periódico monárquico, por lo que al estallar el conflicto no tardaron en ir a por él para apresarlo, aunque pudo escapar para exiliarse a Francia tal y como cuenta su hijo: «Él nos contaba que una vez iba a ser sacado de la cárcel con un grupo de presos, seguramente para ser fusilado, cuando fue reconocido por un miliciano que le salvó la vida. Le dijo que se fuera con él y consiguió que abandonara la cárcel y el camión que le hubiera llevado a una muerte segura”.

 

– LA REANUDACIÓN

 

De cara a la temporada 1939/40, la Federación decidió respetar los resultados de la última campaña anterior al conflicto, pero varios equipos como es el caso del Real Oviedo se encontraban sin estadio, puesto que fueron destruidos durante la guerra. En este caso se le concedió una moratoria de un año y se dejó una plaza vacante en primera división, la cual fue aprovechada por el Athletic de Madrid (que se fusionó con el Atlético de Aviación tras sus problemas económicos y deportivos de la posguerra) al vencer en partido único al Osasuna, el otro que acabó en puestos de descenso.

 

Pero el Buenavista, estadio del Oviedo, no fue el único con estos problemas. La madera del estadio de Chamartín fue utilizada como combustible, el Metropolitano de Madrid estaba destruido y las tropas italianas acabaron con gran parte del Benito Villamarín.

Deja un comentario